Hace ya más de una década que “50 sombras de Grey” se convirtió en un fenómeno literario que despertaba la imaginación de muchos y muchas, dándole otra dimensión a uno de los temas tabú más trascendentes en el panorama sexual. En aquel momento, el sadomasoquismo, cobraba mayor interés por la sociedad que, devoraba esos libros que contenían una mezcla conveniente de romanticismo y erotismo, acomodados en esa tendencia sexual. Todos sabemos de sobra de que va la trilogía de libros y el éxito que tuvo, tanto en las librerías, como en las salas de cine.
Películas a parte, el sadomasoquismo no es algo novedoso, ni siquiera podemos decir que actual. Se trata de una práctica que se remonta muchos siglos atrás. Siendo bautizado como tal por dos escritores de recocido prestigio: el francés, Donatien Alphonse Francois de Sade, conocido como Marqués de Sade y el alemán, Leopold von Sacher-Masoch. Sobra decir que sadismo es cosa del marqués y masoquismo, de Leopold. En ambos casos, sus relatos, allá por el siglo XIX, dejaban entrever que el placer por sumisión y por dolor, era posible.
Como decíamos, esta práctica o inclinación sexual no es una novedad ni desconocida para la sociedad. Sin embargo desde que la citada novela vio la luz, el sadomasoquismo, ha dejado de ser un tema tabú en gran medida. Existen detractores por supuesto, pero se ve de otra manera. No en vano, cada uno es libre de disfrutar como le venga bien, siempre y cuando, no haga daño a terceros o incumpla la ley. En cuestiones sexuales, siempre que sea consentido y estando conforme, todo es factible.
De hecho es una realidad que a una parte importante de la población, le atrae sobremanera todo lo que concierne al sexo. Por lo que cada vez es más fácil encontrar este tipo de productos. Nosotros hemos visitado Comercial Apra, expertos en artículos destinados al juego sexual y ellos mismos nos han confirmado que la tendencia sigue al alza. Tanto a nivel erótico como sado.
Entendiendo de que va esto del sado y el masoquismo
Podemos asegurar que, a pesar de estar considerado como un tema tabú, esta práctica es algo mucho más habitual de lo que se suele creer. Tanto que cada vez, el tabú es menos tabú. Existe un elevado porcentaje de la población que reconoce abiertamente fantasear con la sumisión o la dominación propias de esta práctica, dentro de sus relaciones sexuales. Además se trata de una conducta sexual que se remonta a muchos siglos atrás. Mucho antes de que el Marqués de Sade la bautizara.
Para que se entienda con claridad, el sadomasoquismo, no es otra cosa que una práctica sexual que basa la obtención del placer en la realización de actos o conductas que, se basan en la dominación o sumisión de la otra parte. Se considera una parafilia, antes conocida como perversión sexual o desviación, que supone todo patrón de comportamiento sexual vinculado con objetos, situaciones, actividades o individuos atípicos. Se enmarca dentro del BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo). Aunque el mero hecho de mantener relaciones sexuales en la que se desarrollen roles de dominación o sumisión, supone una fantasía que tiene un elevado porcentaje de la población adulta.
Este tipo de prácticas se produce tanto en mujeres como hombres que suelen pertenecer, por lo general, a la clase media alta y tener un alto cargo laboral, ejecutivo y económico. Mediante la práctica del sadomasoquismo pretenden seguir ejerciendo su poder en las relaciones sexuales o, por el contrario, dejar el rol de dominación y pasarse al lado de la sumisión dentro del ámbito más íntimo.
Ahora bien, aunque se trate de una práctica sexual con mala fama y cargada de connotaciones negativas, como si practicar el sadomasoquismo resultara algo cruel o malvado, lo cierto es que no tiene por qué ser así. Pasar por una (o varias) experiencias sadomasoquistas no te convierte en una persona perturbada ni malévola. De hecho, no tiene por qué tratarse de algo negativo o perjudicial a nivel pareja, siempre y cuando, se haga de mutuo acuerdo y se practique de manera saludable.
Lo más importante en este tipo de prácticas sexuales (y en cualquier otra, a decir verdad) es que ambas partes de la pareja, se encuentren cómodos, este conformes y realicen el juego desde el respecto. Existiendo un acuerdo previo no tiene por qué producirse ningún deterioro a nivel personal o de pareja, pero si el disfrute sexual.
Por lo tanto, lo primordial es que sea de muto acuerdo y, en segunda instancia, hay que tener claro donde esté el límite. Dentro del sadomasoquismo no se busca otra cosa que el placer sexual, en este caso, a través de la dominación y la sumisión. En algunos casos es cierto que intervienen conductas con mayor nivel de agresividad, esta debe ser previamente pactada, como por ejemplo los latigazos como castigo. Así como pueden darse conductas de humillación, igualmente acordadas de manera previa, como cuando se pide al miembro sumiso que tenga la cabeza gacha o camine como si fuera un perrito, o cosas simulares. Existen infinitas formas de ejercer esa dominación y sumisión con la única finalidad de obtener placer.
Teniendo todo esto presente, resulta fundamental tener especial cuidado a la hora de practicar el sadomasoquismo y, hacerlo con conciencia y siempre, siempre de mutuo acuerdo. Sobre todo por qué en según qué circunstancias y casos, merced a la impulsividad, la práctica puede escaparse al control quien lo practica. Además de que hay que tener muy presente que si se trata de una necesidad absoluta de recurrir a este tipo de prácticas sexuales, porque es la única manera de obtener el placer pretendido, podría tratarse de una posible patología. Todo con moderación y en su justa medida está bien y es saludable. Si se nos va de las manos, puede ser un problema.
Ante todo, debe haber acuerdo
Lógicamente, en todas las parejas existen diferencias en cuanto a las preferencias, intereses y deseos sexuales. Es lo más normal y no supone ningún problema. Sin embargo, cuando alguna de las partes que compone la pareja no está de acuerdo en algo o no le gusta, si existe un problema. En el caso del sadomasoquismo, si a una de las partes de gusta o quiere probar la experiencia, pero a la otra le resulta ofensivo y no comparte el entusiasmo, o se llega a entendimiento y acuerdo, o la discrepancia hará mella en la relación. Incluso en caso de aceptación pero no buena gestión tras la práctica, es posible que surjan sentimientos de culpa, resentimiento y emociones negativas.
Resulta indispensable mantener una buena y fluida comunicación por parte de la parea. Expresar las preferencias y gustos personales de cada uno, de forma abierta, tratando de buscar la mejor manera de que la satisfacción en las relaciones sexuales sea plena y mutua para los dos.
A modo de recomendación, tanto para aquellos que lo practican como los que aún no lo han hecho pero tienen la intención, hay que recordar que es fundamental que ambas partes estén de acuerdo en llevar a cabo la práctica de sadomasoquismo. Es más que aconsejable, determinar una serie de códigos y establecer de manera clara los límites. En otras palabras, se trata de algo previamente consensuado y debe poder expresarse el límite, de forma abierta y sincera, cuando se llega al umbral del dolor o no se siente placer.
Utilizar alguna palabra clave para que, llegado el momento en que una de las partes involucradas la pronuncie, dando por finalizada la conducta o acto que se está realizando, es lo más sencillo. Hay que recordar que la finalidad del sadomasoquismo es experimentar mayor placer sexual, sin herirse o convertirlo en una experiencia negativa. En resumidas cuentas, se trata de algo placentero y positivo a la par que saludable, a pesar de que durante siglos se ha demonizado la práctica.
No se trata de hacer apología del maltrato, puesto que el sadomasoquismo no es bajo ningún concepto una forma de maltrato. En algunos casos, existen personas que soportan el dolor, les gusta que las azoten, flagelen o incluso abofeteen con la mera finalidad de incrementar el placer. Siendo de mutuo acuerdo, es lícito. Puede considerarse a quien sufre la humillación como masoquista y a quien la profiere, sádico. Sin embargo, la realidad no es esa. De hecho la inmensa mayoría de personas que practican el sadomasoquismo, no parece que tengan ningún tipo de problema, ni muestran conductas masoquistas o sádicas en otros aspectos de su vida.
Retomando la influencia que el citado libro tuvo en su momento, esta permanece en la sociedad, puesto que marcó un antes y un después. Sobre todo para las mujeres que han dejado la vergüenza a un lado a la hora de expresar libremente sus fantasías sexuales, sus preferencias y sus gustos. Sin olvidar que la curiosidad que despertó sigue viva y, los sentimientos de curiosidad y las ganas de explorar otras formas de obtener placer, están cada vez más presentes en nuestra sociedad. Lo que se traduce en una pérdida del miedo a ser juzgado o juzgada, por hablar o tener, una u otra preferencia sexual.