Hay decisiones en tu vida que hay que tomar. Momentos en los que tienes que tomar el timón de la nave y reconducir la situación. Esto me ocurrió hace unos cuantos años cuando me echaron del trabajo en el que estaba durante 8 años. Un momento que recuerdo como de los peores de mi vida. Tenía 30 años y pensaba que el mundo se me echaba encima. Era el lugar donde había entrado con 22, después de unas prácticas, y ya me imaginaba que me iba a jubilar. Pasé casi un año en el paro. Y la verdad es que la película de Los Lunes al Sol reflejan muy bien lo que era mi vida. Esperaba esa llamada, ese email que nunca llegaban.
Hasta que un día recibí una llamada con prefijo desconocido. No sabía ni de dónde me llamaban, pues bien, era desde Alicante. Una empresa quería contar con mis servicios y me hacía contrato (casi) fijo desde el principio. Mi futuro estaba a 800 kilómetros. En mi ciudad natal, Valladolid, tenía a mi pareja, a mi familia y todo mi mundo. ¿Me iría? Pues fueron noches de insomnio, días de hacer balanzas, pros y contras. Al final, decidí irme.
A toro pasado puedo decir que fue la mejor elección de mi vida. Mi pareja se vino conmigo, y allí es donde hemos echado raíces. Hasta el punto de que hemos creado una familia alicantina de la que me siento orgulloso. Los primeros días fueron horrorosos. Recuerdo perfectamente el día de la mudanza. Algo que me ha marcado. En mi memoria todavía está esa imagen del camión de Mudanzas Alicante. Hablé con el conductor y siempre recuerdo que me dijo “no tengas esa cara, venir aquí es lo más bonito que te va a pasar en tu vida”. Pues oye, mano de santo. La verdad es que llevaba toda la razón.
Así es como he conocido una ciudad eterna que me ha enamorado. Antes yo siempre era de recomendar ciudades como Donosti, Sevilla o Granada, pero ahora que conocí Alicante, no tengo duda de que es el lugar que más enamora de España. Si queréis os voy a hacer de guía y os muestro algunos de los sitios que son de obligada visita. Y es que el turismo alicantino es lo más precioso de esta ciudad.
Castillo de Santa Bárbara
El Castillo de Santa Bárbara domina el centro de la ciudad y la bahía de Alicante desde las alturas. Su origen se refleja en el curioso perfil del monte Benacantil. Cuando lo miras desde cierta distancia, se asemeja a la cara de un guerrero árabe. Es por ello que se le llama “La Cara del Moro”. Puedes subir al Castillo de Santa Bárbara en coche, caminando o en ascensor. Yo te recomiendo que lo hagas caminando, atravesando el bello barrio de Santa Cruz alicantino. Y por supuesto no te vayas sin ver un atardecer, será de las cosas más bellas que puedas hacer.
Barrio de Santa Cruz
Calles estrechas donde se asoman casas bajas y de fachadas blancas, y con flores que adornan los estrechos balcones. En ellas se mezclan artistas, bohemios y los alicantinos de toda la vida. Así es el barrio de Santa Cruz. Además, en las calles más cercanas a la neurálgica Rambla Méndez Núñez se encuentra la zona de marcha más antigua de Alicante, con pequeños pubs de todo tipo en los que puedes encontrar gente entre 18 y 50 años.
Hogueras
Por supuesto si tienes que hacer una visita de turismo a Alicante, lo que tienes que hacer es venir a Alicante para disfrutar de las hogueras de San Juan. La verdad es que es complicado describir con palabras lo que se siente en Hogueras. Ahora entiendo porque llegan más de 1 millón de visitantes a la ciudad para conocerlas. Algo que cuando me lo dijeron no lo creía. Es una mezcla de pólvora, música, bebida, comida, monumentos, fuego, buen rollo, alegría, folclore, desfiles, tradición, fiesta, playa… Y todo ello en la calle y con una temperatura excepcional. La verdad es que es de esas fiestas que se te quedan grabadas en la mente para siempre.
Explanada de España
Ya habéis visto que soy un romántico, y es que esta ciudad es perfecta para enamorar. Por eso, recomiendo también pasear por su bonita Explanada de España. El suelo de este paseo, que discurre en paralelo al puerto de Alicante, recrea las olas del Mediterráneo con un mosaico de más de 6 millones de pequeñas teselas rojas, azules y blancas. En mi mente están siempre los paseos que daba con mi chica, hablando de si habíamos hecho bien en dar un giro de 180 grados a nuestras vidas e irnos para Alicante.
Puerto de Alicante
Cuando vivía en Valladolid siempre echaba de menos una cosa, el mar. Por eso, Alicante tenía lo que yo deseaba. Algo de lo más bonito es pasear por su puerto. El agua salada de ese histórico mar forma la sangre de una ciudad que lo sigue utilizando como máximo atractivo turístico. Pero lo que no te puedes perder son sus playas. El Postiguet, la Albufera y la playa de San Juan. Cada una preciosa y con sus atractivos.
El Postiguet es la playa por excelencia de la ciudad. Está a unos cinco minutos andando del centro y es la preferida por los estudiantes Erasmus, personas mayores y los turistas que se quedan en los hoteles céntricos. No tiene más de 600 metros de largo y puede llegar a estar muy concurrida en verano, pero está llena de vida. La playa de San Juan es otra cosa. Más de 6 km de arena de buena calidad y un mar espectacular. Está totalmente urbanizada y cuenta con un paseo marítimo plagado de restaurantes, heladerías, cafeterías y bares. Ideal para ir en familia y practicar deportes. Entre las dos anteriores se halla la playa de la Albufera, una pequeña cala (unos 500 metros) mítica y bastante tranquila. Cerca de ella, hacia el norte, puedes acercarte a las playas nudistas y rocosas cercanas al Cabo de la Huerta. Ya has visto que son tres playas con tres modelos diferentes.
Y este el viaje que os he dado por mi nueva ciudad, Alicante. Hay muchas más cosas que ver, pero en este momento me he cernido a lo más básico. Por eso, cuando en la vida haya que tomar decisiones, usa cabeza y corazón, y piensa que lo mejor está por llegar.