¿Quién no ha quedado con los amigos para tomarse una cervecita después del trabajo? ¿Y el fin de semana? Salir de tapas implica, en el 85% de los casos, tomarse un par de cervezas, y en menos porcentaje encontramos a los que beben refrescos, tintos de verano, o vino. El vino español, aunque sigue al pie del cañón tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, ha quedado relegado a una especie de sector social muy limitado, y el reto de los profesionales ahora es conseguir sacarlo de ahí.
Obviamente no a todos nos gusta la cerveza, pero es la bebida alcohólica más demandada en nuestro país, muy por encima del resto, y el vino ha quedado relegado a un segundo plano en casi todas las situaciones. Pero ese “casi”, indica que aún hay quienes prefieren su copita de vino antes que una caña de cerveza.
En las cenas de pareja, siempre que hablemos de una pareja mayor de 35 años, en eventos empresariales, en comidas o cenas especiales tipo Navidad, entre la población mayor y también en algunos sectores de clase alta podemos hablar de un consumo de vino que supera, o al menos iguala, el de la cerveza. Pero seamos realistas, la masa es de clase media, no siempre estamos teniendo cenas románticas, los eventos empresariales se celebran una vez al año y eso si se celebran, igual que ocurre con la Navidad, y la población mayor no es un foco en el que la industria pueda fijarse para el futuro así que, toca reinventarse.
Retos para reflotar el consumo
De este modo, a pesar de que el sector vinícola representa el 1,5% del PIB nacional, los datos demuestran que debe adaptarse a los nuevos tiempos o, en su defecto, la caída del consumo será inminente. Además, el cambio climático amenaza algunas zonas de producción vinícola, por lo que también debe adaptarse a esto lo antes posible.
Pero ¿cómo? Teniendo en cuenta que ya de por sí el cambio climático está variando el estilo de los vinos, lo mejor es adaptarnos y no luchar contra esto, pues es una lucha perdida. Así, hay nuevos terrenos agrícolas que ahora son perfectos para el cultivo de vid como, por ejemplo, en Suecia, algo que hace algunos años era impensable. Así, se está produciendo un efecto de desplazamiento geográfico de los cultivos y también en altura, por lo que no sería nada descabellado optar por comprar la vid a agricultores del norte de España, por ejemplo, con el fin de producir en el sur.
Según Boada Tecnología, expertos en maquinaria para la elaboración del vino, cada vez son más los empresarios que demandan sus productos en el norte de país, pero también en zonas altas de montaña pues, de este modo, consiguen conservar la acidez el vino.
Por otro lado tenemos el tema del consumo. Si el sector quiere que los jóvenes se tomen un vino después del trabajo, en lugar de una caña, deberán atacar esa idea con promoción, publicidad y marketing. El “afterwork” debe ser un punto clave de cara a esta próxima temporada, o al menos así aseguran desde OIVE.
También es importante empezar a promocionar el vino fresco. Debemos tener en cuenta que en pleno verano son pocos los que quieren un vino a temperatura natural porque, a 38 grados lo que apetece es algo fresco. En otras palabras, debemos salir el encorsetamiento de la temperatura del vino y elaborar vinos para servir bien fríos.
Del mismo modo, la tendencia alimentaria de nuestra sociedad actual es la de comer sano, con una dieta equilibrada pues, por algún motivo, esto está de moda, y algunos influencers de la comida sana han tildado a todo el alcohol de perjudicial, algo que es una verdad a medias, pues una copa de vino al día tiene grandes beneficios para nuestra salud, por eso se debe abogar por difundir este hecho.
Y por último encontramos el tema de la España vacía. La mayoría de grandes viñedos de antaño estaban situados en un área que hoy en día tiene una población realmente reducida. Hay pueblos en zonas del interior de nuestro país que están completamente abandonados, y otros que están en camino de estarlo, esto provoca que aquellos propietarios que tienen tierras de cultivo en esas áreas acaben dejando el negocio y, por ende, perdiendo tierras de cultivo con vides de muchísimos años. Una gran pérdida para el sector, pero comprensible por otro lado. ¿Cómo podemos evitar esto? Pues a día de hoy la clave está en el turismo rural y el enoturismo, dos formas de viajar que en muchas ocasiones van cogidas de la mano y puede que sean la salvación de este tipo de pueblos y aldeas.