Aunque pueda sonar extraño hablar de belleza es hablar de matemáticas, ya que instintivamente los humanos encontramos belleza en la proporción, la simetría y la proporcionalidad. Además, este concepto de belleza también se ve apoyado culturalmente ya que la búsqueda de la belleza es la búsqueda de la armonía. Esto no es nada nuevo, ya era así en Grecia, Roma o Egipto, donde ya se buscaba un equilibrio milimétrico, que ha perdurado hasta nuestros tiempos en su arquitectura y escultura.
Visto así, la belleza es sinónimo de perfección. Incluso en la naturaleza nos atrae lo semejante y lo proporcionado, factores que ahora mismo también guardan una relación directa con el concepto de saludable.
Y es que, nuestra belleza se centra también en lo que trasmitimos y esto es resultado directo del cuidado diario que hagamos de nuestro cuerpo. El equilibrio entre sus diferentes partes viene dado por la relación constante que se establece entre la belleza y la salud.
La cara, el espejo del alma
No estoy segura de que se pueda llegar a tanto, lo que sí que es cierto es que nuestra cara es nuestra carta de presentación, además de por su calor estético, porque se considera el órgano de expresión social y afectiva por excelencia. De ahí que la proporción de los rasgos faciales sean considerados sinónimo de belleza. Nuestra sonrisa, junto con nuestra mirada, son nuestros elementos faciales más significativos. Si aportan a nuestro rostro una imagen saludable y estética, además de influir en nuestra autoestima, influirán de manera decisiva en la percepción de la imagen que los demás tengan de nosotros. Sobre todo, si hablamos de primeras impresiones.
Es por eso que, como nos señalan desde Dentaldent, la odontología además de hacer hincapié en la salud bucodental, se ha desarrollado a pasos agigantados en el campo de la estética. Y es que una es consecuencia de la otra, aunque no en todos los casos se consigue sin la intervención de un profesional.
Porque, ¿cómo es la sonrisa perfecta? Pues básicamente se trata de una boca sana con un bonito arco de sonrisa y unos dientes perfectamente alineados y proporcionados, con un color blanco natural. La odontología nos permite tener esta sonrisa sana y bonita que nos ayuda a sentirnos mejor interiormente y poder reflejarlo al exterior.
Salud oral, salud general
Sin embargo, cuidar de nuestra boca, no es solo cuidar de nuestra salud dental. Existe una estrecha relación entre la salud oral y la salud general en todas las etapas de nuestra vida. Las enfermedades que se generan en la boca comparten factores de riesgo comunes con las enfermedades de salud general y muchos se derivan de nuestro comportamiento y nuestro estilo de vida individual: una dieta poco saludable, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol y falta de higiene bucodental.
En España el 25% de la población tiene problemas de obesidad. Incluso en niños la tasa se ha multiplicado por cuatro en los últimas décadas. El Consejo General de Dentistas recuerda que seguir una dieta sana y equilibrada desde la infancia, baja en azúcares, sal, grasas y alta en frutas y verduras, de la que se elimine el consumo de bebidas carbonatadas y las comidas entre horas, reduce las enfermedades bucodentales e incide en un buen estado de salud general.
Algo que debe complementarse con las visitas periódicas al dentista y el mantenimiento de una buena higiene dental desde la aparición de los primeros dientes, con pasta fluorada y el uso del hilo dental.
Y es que existe una relación bidireccional entre la salud de nuestras encías y la enfermedad cardiovascular y la diabetes. La gran cantidad de bacterias que existen bajo la encía pueden pasar al torrente sanguíneo y afectar a otras partes del organismo, aumentando el nivel de inflamación de todo el cuerpo. Los pacientes que sufren enfermedades en las encías tienen entre un 25 y un 50% más de probabilidades de padecer patologías cardiovasculares y son susceptibles de ver complicada su diabetes si no mantienen a raya enfermedad periodontal, y viceversa. La diabetes también dificulta el cuidado de la encía, ya que al estar aumentados los procesos inflamatorios se producen importantes alteraciones microvasculares que la afectan.
Se hace necesario prestar especial atención en etapas de la vida como el embarazo, la infancia o la tercera edad.
Durante el embarazo la salud general de la madre influye directamente en la salud del bebé. Por eso es necesario realizar una visita al dentista para que nos aconseje de los cuidados necesarios que se deben llevar a cabo durante los nueve meses, así como tratar cualquier problema que ya esté presente, para que no empeore. Los vómitos excesivos debidos a las náuseas matinales, así como los ácidos gástricos, pueden originar una pérdida de minerales de los dientes y favorecer la caries en la mujer embarazada. De ahí que sea necesario valorar cada caso y seguir las indicaciones personales que nos haga nuestro dentista.
Se recomienda acudir al dentista al cumplir el primer año de vida para así detectar y prevenir patologías, caries tempranas y otras anomalías, así como para recibir los consejos adecuados para mantener unos buenos hábitos de higiene en nuestros hijos. En España, 1,8 millones de niños menores de 12 años tienen caries en sus dientes primarios, por lo que su abordaje y cuidado constituyen uno de los mayores desafíos para la sociedad, que debe desterrar la creencia de que los dientes de leche no es necesario tratarlos porque se van a caer. Nada más lejos de la realidad, ya que estos problemas pueden originar infecciones, provocar la pérdida del diente y crear problemas posteriores.
La tercera edad es una etapa de la vida en la que se producen muchos cambios en la cavidad oral que pueden originar problemas de salud. Por ejemplo, la disminución de saliva puede aumentar el riesgo de enfermedades bucodentales y las encías tienden a retraerse, dejando las raíces expuestas a un mayor riesgo de caries y patologías periodontales. Los problemas de masticación, debido al estado de la boca del paciente, repercuten directamente en la alimentación y la nutrición, algo serio en este momento de la vida, el que nuestra calidad de vida se ve repercutida, más que en otras etapas, por nuestro estado de salud.