La moda adulto-infantil

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Todos sabemos que nuestra sociedad se mueve por modas y por eso cada generación acaba vistiendo del mismo modo, como si estuviéramos cortados por el mismo patrón. El problema es que esas modas o tendencias abarcan cada vez un mayor estrato social y aunque primero fueron las clases más pudientes las que intentaban seguir siempre las tendencias de los diseñadores (o sastres) de moda, ahora parece que cualquier clase social tiene que seguir el mismo estereotipo vistiendo, decorando o incluso comiendo, y lo malo es que los niños, que son natos imitadores, quieren exactamente lo mismo.

Siglo XVI, una época en la que las camisas se llevaban como ropa interior y la sobriedad de la Contrarreforma hacía mella en Europa. Las mujeres llevaban sus bullones, mangas abultadas, gorgueras, faldas y sobrefaldas, corpiños, cofias… tenían más capas que una cebolla ¿y qué pasaba con las niñas? Pues que vestían exactamente igual. Lo mismo ocurría con los niños, aunque estos solían llevar el pantalón un poco más corto que los adultos. De igual modo ocurre en los siglos venideros y hoy en día, donde los niños quieren vestir como adultos y nosotros se lo permitimos. Porque, ya se sabe, es la moda.

Tacones, el claro ejemplo de la «adultización» infantil

Así, algunas niñas de 8 años lucen hoy zapatos con tacón y botas que imitan a las de las modelos de pasarela, una auténtica barbaridad en mi opinión. La hija de Katie Holmes y Tom Cruise lleva tacones desde que empezó a andar, o al menos eso parece en vista de las imágenes que tenemos de ella donde, con 3 años, ya luce zapatos de tacón cual adulta.

Gracias a los dioses del Olimpo el resto de la población no está tan loca como Katie Holmes y no llevan a sus hijas con tacones a tan tierna edad, pero no es difícil ver a pequeñas de 12 y 13 años con una buena plataforma y con tacones de aguja en bodas, bautizos y comuniones.

Lógicamente, ahora me dirán algunas madres que para bailar flamenco, por ejemplo, o bailes de salón, necesitan tacones, y obviamente es verdad. Pero una cosa es que usen tacones una vez a la semana durante un par de horas para clase de flamenco y otra muy diferente que lo hagan por costumbre. Además, incluso así debemos saber que hay «zapatos de flamenco» y «ZAPATOS DE FLAMENCO» y con los niños hay que tener cuidado. Os recomiendo E-Molina, tienen grandes productos de muy buena calidad.

Los niños y niñas deben llevar un calzado cómodo, que se adapte a la morfología de su pie con la sujeción exacta que necesitan para desarrollar su aparato locomotor. Un buen catálogo de zapato infantil lo podemos encontrar en Piesitos, donde no hallaremos tacones ni ningún otro calzado que pueda dañar el pie de nuestros hijos.

Cuando son bebés, que ni siquiera caminan, deben llevar un calcetín, un patuco o un calzado sin suela con el fin de les proteja del frío, pero nada más, ya que cualquier suela rígida podría forzar la posición de su pie y causar graves problemas. En Detalles Cucos podemos encontrar los clásicos y tradicionales patucos, ideales para cualquier época del año, pues podemos adquirirlos confeccionados en hilo de algodón para verano o en lana para el invierno.

Y es que llevando tacones los músculos de las piernas están en un nivel de contracción mayor por la simple postura de “puntillas” y al echar los pasos, los músculos no se relajan tanto como en un caminar plano. Eso provoca que los tendones aprendan a estar en tensión, que la columna vertebral empiece a doler por culpa de la postura, que el metatarso deba aguantar un peso para el que no está preparado y, en conclusión, que una niña pequeña deforme completamente su figura y sufra graves problemas durante la adolescencia, madurez y sobre todo en la vejez.

La “adultización” de los niños, y sobre todo de las niñas, entra por la retina sin apenas darnos cuenta, a través de la ropa, de los disfraces en Carnaval e incluso con los juguetes infantiles que promueven el maquillaje entre las niñas.

El ejemplo más extravagante de todos lo tenemos en los concursos de belleza estadounidenses, donde niñas de 5 años usan tacones, ropa no adecuada a su edad, maquillaje e incluso botox. Todo con tal de ganar la ansiada corona de Miss, un título que probablemente hace más ilusión a sus frustradas-reinas-de-la-belleza-madres que a ellas mismas.

Pero no es necesario ser tan extravagantes para darnos cuenta de lo que hablamos. La adultización en sí se define como un cambio en las características de la primera identificación del niño con sus padres, modificando su comportamiento o modo de pensar. Y este fenómeno cada vez se produce a edades más tempranas lo que, algunos expertos aseguran, puede derivar en violencia, bullying o juegos como la temida «ballena azul«.

Y nosotros, sin embargo, seguimos alentando ese comportamiento, y si nuestro hijo nos pide con 4 años una tablet se la compramos en lugar de una buena pelota con la que jugar, y si nuestra hija nos pide maquillaje con 6 se lo compramos, en lugar de otra pelota igual a la del niño anterior… Indignante, pero cierto.

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