Magia, ilusionismo y mentalismo

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 Cuando ves a un mago actuar ¿en qué te fijas? ¿Eres de los que disfrutan buscando el truco o de los que se quedan boquiabiertos con la destreza del ilusionista? Para muchos ver un espectáculo de magia, consiste en pasar la velada preguntándose donde se encuentra el truco, ese hilo invisible que mueve la carta, donde se haya la puerta por la que escapa el mago o como esta colocado el ayudante que va a ser atravesado por espadas. Otros, simplemente se dejan llevar por la pericia del mago, admiran el engaño y no cuestionan el cómo y el por qué. Se trata de dejarte llevar, envolver y formar parte de un espectáculo que tiene su base en el engaño. Un engaño que no deja de sorprender. No en vano, los magos tienen esa misión: sorprender a un público, cada vez más exigente y poco impresionable.

Eso es la magia, sorprender, como nos comenta el profesional de la magia Antonio Romero. Pero también va más allá. Si hablamos de magia, podemos hablar de ilusionismo, incluso aludir erróneamente al mentalismo. Disciplinas que tienen una misma finalidad, pero se valen de medios diferentes. La línea que los separa es muchas veces tan fina y delicada que cuesta adivinar si nos encontramos en un show de magia, de ilusionismo o de mentalismo.

Para acercarnos a este mundo en el que se todo es posible, vamos a tratar de definir estos términos y los matices que hacen la diferencia. Siendo así, la magia, consiste en un medio en el cual energía y fuerza se mezclan para crear efectos imposibles e inesperados en el entorno. Se denomina así a la utilización de encantos o técnicas que se realizan para alterar los elementos con la finalidad de que suceda algo contrario a la naturaleza.

Por otro lado, el ilusionismo, consiste en un arte escénico que se conoce también por magia, aunque antiguamente, era conocido como prestidigitación. A diferencia de la magia que se acerca a la hechicería, la magia de los ilusionistas conviene en una manipulación que se realiza de los elementos reales para crear una falsa imagen y hacer creer al público que lo imposible, es posible.

Un mago ilusionista es capaz de hacer posible, mediante técnicas manipulativas cualquier truco de manera que parezca racional. Esa es la finalidad del mago, hacer creer que la magia es real, convirtiendo en real lo mágico de lo imposible. Espectáculo, show y arte se fusionan e la magia que tanto atrae a los espectadores que se dejan envolver por la ilusión.

Ilusionismo

En resumidas cuentas, los espectáculos de magia, son espectáculos de ilusionismo. El ilusionista, el mago, es un profesional que actúa haciendo arte, para generar en el espectador esa sensación de lo imposible. Realizando trucos, juegos de magia y haciendo creer al público que lo que sucede es real, los magos ilusionistas, conciben espectáculos que constituyen verdadero arte. La genialidad de algunos de estos profesionales, ha llevado a muchos espectadores a creer que la magia es posible y que todo lo imposible, puede hacerse realidad.

Ahí, reside la magia: creer que lo imposible es posible. Dejarse engañar en este tipo de espectáculo es la clave par disfrutar de la magia. Saberse manipulado desde el primer instante es algo que hace distinción entre este tipo de espectáculos y otros. Un espectador esta dispuesto a dejarse llevar, a soñar e ilusionarse, dejándose engañar con los juegos de magia que hacen que despierten las emociones, se generen sentimientos y sensaciones inimaginables y ayuda a evadirse durante un tiempo.

El ilusionismo, a su vez cuenta con varios tipos. Son tres los factores que condicionan el tipo de magia que se va a desarrollar: la locación, los objetos utilizados y los efectos conseguidos.

A razón de la locación, es decir, la ubicación del escenario en el que se desarrolle la función, encontramos, magia de cerca, para un público pequeño y a corta distancia; magia de salón, con trucos visibles para un público mayor; magia de escena que se ejecuta en un escenario y para un gran público.

En función de los objetos podemos enfrentarnos a numismagia, esos que se realizan con monedas; cartomagia, donde los naipes son la estrella; magia con animales que aparecen y desaparece; grandes ilusiones donde se cortan personas, se hacen desaparecer o se las teletransporta.

Según el efecto producido, o que se pretende producir, distinguimos magia cómica, prestidigitación, escapismo, pickpocketing y mentalismo. Este último dentro de la magia, pero con algunas diferencias que vamos a ver a continuación.

Mentalismo

Muchos recordarán la serie de “El mentalista” en la que un mentalista, ayudaba a la policía a resolver los casos. En este caso en particular, el profesional no hacia magia ni alarde, simplemente jugaba con la intuición y la psicología para sacar la información necesaria. En cuestiones mágicas, el mentalismo, deja a un lado el arte para convertirse en toda una disciplina que se atreve a explorar los limites del ser humano.

Los propios mentalistas, hacen esa diferencia porque consideran que para que exista arte, debe existir intencionalidad artística. El caso de los mentalistas es que consideran su disciplina como una ciencia que investiga fenómenos que se encuentran en la frontera de la realidad y la ficción. Cuestiones como la telepatía son puestas en entredicho merced al mentalismo llevado al extremo.

Este ejemplo constituye una de las grandes preguntas de la humanidad, ¿se puede transmitir el pensamiento por el aire como si nada? Lo que sabemos es que no. Saber lo que piensa una persona es algo imposible salvo que ella te lo diga. Sin embargo, si observamos el lenguaje corporal o practicamos la lectura en frio, podemos averiguar lo que piensa o acercarnos bastante.

En otro rango, el control mental de otra persona. ¿Es posible controlar la mente de otra persona? En este caso, la respuesta es afirmativa, utilizando la sugestión y la hipnosis, es posible que alguien haga lo que el mentalista desea. Un buen mentalista es capaz de traspasar los limites del ser humano a nivel físico y mental, dominando el propio cuerpo hasta el extremo: controlando el pulso, aguantando el frío, la respiración o el mayor dolor.

Las diferencias que hacen posible la magia de ambos

El ilusionismo genera esa sensación de imposibilidad, hace sentir la magia como algo posible que todos podemos observar e, incluso, realizar. Un buen mentalista, no pretende ni genera ese tipo de emoción, puesto que pone sobre la mesa las cartas con las que juega. Es decir, como ejemplo de mentalismo básico: un mentalista se acerca a un espectador y le hace una lectura de las líneas de la mano, mediante la cual, obtiene toda la información sobre él. Independientemente de que eso sea creíble o exista la posibilidad de leer en esas líneas la biografía del espectador, la escena, resulta a todas luces, comprensibles. Sabemos que el mentalista utiliza la mano para leerla. No hay truco.

Así sucede con todos los efectos básicos de los que se vale el mentalismo para ejecutar sus espectáculos: hipnosis, memorización, calculismo, etc. En todos ellos, encontramos una explicación lógica que el espectador conoce. Dicha explicación puede ser o no real, pero para el espectador la percepción es otra.

Cuando un ilusionista hace desaparecer una moneda, hace creer que en realidad la ha desintegrado, el público se deja llevar por la ilusión, pero es consciente que existe un truco. Un engaño que no ha sido capaz de percibir y que es el que a muchos trae de cabeza descubrir.

La mayor diferencia entre magia y mentalismo, reside justamente en la credibilidad que ofrece este último. El público que acude a un espectáculo de magia, sabe que el ilusionista esta utilizando trucos y trampas para generar efectos. De hecho, el ilusionista no tiene ningún tipo de problema en reconocer que es así. Sin embargo, un mentalista, no deja tan clara esa evidencia. El mentalismo camina en el limite de la realidad y la ficción, dejando abierta en la mente del espectador esa posibilidad de que pueda ser real lo que sucede sobre el escenario.

Los más puristas en esto del mentalismo, llevan al extremo su disciplina en lo que denominan mentalismo puro. Este tipo de mentalismo, no se vale de trucos, basando su espectáculo en hacer exactamente lo que se dice que se hace. Para hacer este tipo de mentalismo, el espectáculo se basa en cuatro pilares: memorización y calculismo, lectura del lenguaje corporal, lectura en frio y sugestión e hipnosis.

Un espectáculo basado en uno o varios de estos pilares, sería un espectáculo limpio, sin trampa ni cartón, donde el mentalista hace lo que dice que hace. Si hace un ejercicio de memoria, estará memorizando y si lo hace de cálculo, estará calculando. Sin hacer uso de trucos, pero si de técnicas que pueden ser conocidas o no.

Aun así, son numerosos los mentalistas que añaden teatralidad a su espectáculo. Valiéndose de efectos de ilusionismo y magia, los mentalistas, conciben espectáculos que combinan sabiamente lo mejor de cada disciplina para ofrecer verdaderos espectáculos artísticos. Música, humor, realidad o ficción, se mezclan en un mundo que entrelaza las líneas que definen cada tipo para proporcionar al espectador, toda una experiencia.

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