Nociones básicas sobre la artrosis

Compartir

En primer lugar, debemos definir qué es la artrosis, pues la inmensa mayoría de las personas no la saben distinguir y la confunden con otra enfermedad como es la artritis. La artrosis, por tanto, es una enfermedad reumática que lesiona el cartílago de la articulación y los testigos que lo rodean produciendo dolor, rigidez e incapacidad funcional. Estadísticamente se estima que la artrosis ha crecido más de un 70% en los últimos 20 años en nuestro país, afectando al 10 % de la población general y llegando a alcanzar una cifra que supera los 300 millones de personas a nivel mundial.

El presidente de la Sociedad Española de Reumatología ha manifestado la necesidad de “avanzar en la investigación en artrosis y considerarla una enfermedad grave ya que estamos hablando de la primera causa de incapacidad permanente y la tercera de incapacidad transitoria en España”. En este sentido, muchas de las personas que padecen esta enfermedad necesitan ayuda en su día a día, por lo que para todas ellas nosotros les recomendamos visitar Cuidaria, ya que ellos están especializados en el alquiler de camas articuladas y grúas para enfermos y personas mayores, además de otras ayudas técnicas que hagan posible la ayuda integral a las personas en situación de dependencia y a sus familiares.

La artrosis es una enfermedad grave que afecta a la movilidad y a la calidad de vida de las personas que la padecen, no es hereditaria pero sí tiene un componente importante de riesgo genético, por lo que, junto con otros factores, puede hacer que aparezca con más facilidad en sujetos que tienen una historia familiar. Estos otros factores de riesgo pueden ser:

  • Una edad avanzada. Con la edad las articulaciones se van desgastando por lo que aumenta el riesgo de padecer artrosis.
  • Actividad laboral. Relacionada sobre todo con trabajos que requieran de movimientos repetitivos como flexiones y torsiones del cuerpo, mantenerse en cuclillas, etc.
  • Actividades deportivas. Por movimientos repetitivos y estrés de la articulación.
  • Lesiones anteriores en las articulaciones.
  • Un sobrepeso provoca estrés por sobrecarga en las articulaciones.
  • Enfermedades metabólicas como la diabetes.
  • Deformidades óseas. Alteraciones óseas de nacimiento o dificultades genéticas para formar cartílago pueden ser causa de riesgo.

Los síntomas, por lo general, se desarrollan gradualmente y al principio pueden solamente afectar a una o dos articulaciones, siendo habitual que las articulaciones más afectadas sean dedos de las manos, el dedo gordo del pie, el cuello, la zona lumbar, las rodillas, las caderas…, causando:

  • Dolor intenso y profundo cuando la articulación está en actividad, mejorando cuando se encuentra en estado de reposo.
  • Crujidos en la articulación al movilizarla.
  • Rigidez en las articulaciones, sobre todo por las mañanas.
  • Rigidez en la articulación, sobre todo después de estar durante un largo rato sentado, acostado o inactivo.
  • Dolor al tocar, presionar o mover la articulación, sobre todo al subir escaleras, estar de pie o caminar.
  • Crecimiento y ensanchamiento anormal de la articulación.

La evolución de la enfermedad es imprevisible, pues puede permanecer estable durante muchos años o evolucionar rápidamente, aunque lo más frecuente es que progrese de una forma lenta y continua después de la aparición de los primeros síntomas. Es un tipo de enfermedad no reversible cuyo tratamiento está enfocado no en curar la enfermedad, sino en aliviar el dolor que produce su sintomatología, por lo que además de los fármacos habituales, la fisioterapia es una gran ayuda para evitar la rápida evolución de la enfermedad y mejorar la calidad de vida del paciente. Esto se logra mediante objetivos tan importantes como: disminución del dolor, combatir la inflamación, educación postural en el trabajo o en las labores cotidianas, mantener o aumentar en la medida de lo posible la movilidad de la articulación, aumentar la estabilidad de la articulación mediante la prevención de la atrofia muscular, mantener la independencia funcional, prevenir deformidades y contracturas, etc.

La artritis

Tanto la artrosis, vista anteriormente, como la artritis son dos patologías reumáticas que pueden darse por separado o coexistir en el mismo paciente. La artritis es una inflamación de la articulación que afecta a la membrana sinovial, la cual se encarga de lubricar la articulación. Si esta no se lubrica correctamente causa una constante erosión entre el hueso y el cartílago que produce un dolor constante, que no cesa con el reposo como sucede con la artrosis. Además, en la artritis las articulaciones se muestran calientes, rojas e hinchadas, lo que con el paso del tiempo también pueden tender a deformarse.

La enfermedad de la artritis suele estar asociada a infecciones o enfermedades autoinmunes ocasionando algunos síntomas que nada tienen que ver con las articulaciones como pérdida de peso, cansancio, fiebre, etc.

Más para explorar

Scroll al inicio